Este ajiaco se preparaba especialmente a finales de junio, en las fiestas de San Juan y San Pedro. El plátano verde también puede cocinarse aparte, con su cáscara, para evitar que el caldo cambie de color. El sofrito —la salsa cubana por antonomasia—, se prepara con una cebolla, dos ajíes chay, cuatro dientes de ajo, un cuarto de cucharadita de orégano, un cuarto de cucharadita de comino y dos cucharadas de aceite. Algunos doctos lingüistas «conectan» el vocablo ajiaco con el ají picante, pero en Cuba ese ingrediente distintivo puede desaparecer ante el protagonismo de otros; en última instancia, los campesinos cubanos le agregan ají guaguao, no tanto para respetar lo instituido en las escrituras, sino como sucedáneo de la pimienta. Otra discrepancia sutil,
desde los vericuetos de la lingüística y la cultura, puede formularse entre unas de las acepciones que el Diccionario de la Real Academia le otorga al ajiaco («coloq. Cuba. Confusión, enredo, mezcolanza»), y la lectura tropológica que le aporta Fernando Ortiz, más cercana a los procesos transculturales («Cuba es un ajiaco, ante todo, una cazuela abierta. Eso es Cuba, la isla, la olla puesta al fuego de los trópicos... cazuela singular la de nuestra tierra, que ha de ser de barro, muy abierta...»). A propósito de Don Ortiz, según su Nuevo catauro de cubanismos: «Dice la Academia: “Especie de olla podrida usada en América, que se hace de legumbres y carne en pedazos pequeños y se sazona con ají.” Es verdad que “legumbre” se dice por extensión a toda hortaliza; pero ésa no es la acepción propia, y como quiera que al ajiaco no se le echa ningún género de “fruto que se cría en vainas”, es de creer que si en esa definición se cambiara legumbres por hortalizas, ganaría en precisión y claridad. Y acaso también estaría mejor decir “carnes”, en plural, porque en el ajiaco entra la carne fresca y la cocida o tasajo, y la de “res”, y la de puerco, y hasta la de pollo» (y, hasta la fecha, la Academia ha hecho caso omiso a esas sugerencias).*
Ajiaco a la camagüeyana
Ingredientes para 10 raciones:
Tasajo 460 g 1 trozo mediano
Agua 3 000 mL 12 tazas
Maíz 300 g 3 mazorcas medianas
Ñame 200 g 1 unidad pequeña
Malanga 400 g 2 unidades medianas
Boniato 200 g 1 unidad mediana
Yuca 300 g 1 unidad mediana
Plátano verde 200 g 1 unidad mediana
Plátano pintón 200 g 1 unidad mediana
Calabaza 230 g ¼ unidad mediana
Limón 100 g 2 unidades pequeñas
Sal 30 g 1 cucharada
Sofrito 125 g ½ taza
Procedimiento:
1. Poner el tasajo en una cazuela, cubrir con agua y dejar remojar durante doce horas. Botar el agua del remojo.
2. Cocinar el tasajo en el agua indicada durante cuarenta minutos; extraerlo del líquido, refrescarlo, limpiarlo y cortarlo en trozos. Colar el caldo resultante y reservar.
3. Cortar el maíz en trozos.
4. Pelar las viandas y la calabaza, y cortarlas en trozos.
5. Colocar el tasajo en el caldo junto con el maíz y dejar cocinar durante media hora.
6. Añadir el ñame, la malanga, el boniato, la yuca, el plátano verde (untado con el zumo de limón) y la sal.
7. Dejar cocinar con baja intensidad de calor y añadir finalmente el plátano pintón y la calabaza.
8. Incorporar el sofrito y cocinar durante diez minutos más, hasta que espese.
8. Incorporar el sofrito y cocinar durante diez minutos más, hasta que espese.
9. Rectificar el punto de sal.
* Texto de Vázquez M. y Montesinos A.
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